ISSN 2007-7343
Facultad de Psicología
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Copyright © 2022 UARICHA
Uaricha 2022, Vol. 20, 17 29
Monográfico psicología Educativa:
Nuevas competencias
Recibido: 30 de junio de 2022; aceptado: 5 de diciembre de 2022
Correspondencia: Blanca de la Luz Fernández Heredia. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Francisco Villa 450, Colonia
Dr. Miguel Silva, C.P. 58110, Morelia, Michoacán, México. Correo electrónico: blanca.fernandez.heredia@umich.mx
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Bullying y violencia escolar, dos conceptos
diferenciados de un mismo fenómeno: la violencia
Bullying and school violence, two different concepts of the same phenomenon:
violence
Blanca de la Luz Fernández Heredia
1
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9408-5487
Ricardo Aguirre Fernández
1
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3360-6581
Edith Jiménez Ríos
1
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3519-4768
1
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (México)
Resumen
Las situaciones de abuso y maltrato entre escolares
son un hecho común en la mayoría de las escuelas.
A este fenómeno se le conoce como bullying, pero
también puede ser denominado como violencia
escolar, utilizando -en la mayoría de las ocasiones-
ambos conceptos como sinónimos. A partir de estos
supuestos, el objetivo de este trabajo es determinar
conceptualmente qué es el bullying, cuáles son las
características que lo ubican como tal y de qué
manera se diferencia de la violencia escolar,
realizando un análisis teórico y explicativo entre
ambos conceptos para poder diferenciarlos y
establecer programas de intervención más
adecuados para cada uno de estos procesos que
tienen en común el fenómeno de la violencia y que
los convierte en uno de los problemas que más
afecta el clima de convivencia en los centros
escolares. Diferenciar adecuadamente ambos
conceptos permitirá establecer políticas educativas
que prevengan y contrarresten el acoso escolar. Por
tanto, es conveniente insistir en la importancia de
esta temática.
Palabras clave: bullying, violencia, clima escolar,
violencia entre iguales
Abstract
Situations of abuse and mistreatment among
schoolchildren are a common occurrence in most
schools. This phenomenon is known as bullying, but
often it is also called school violence, currently in
most contexts both terms are used as synonyms.
The aim of this article is to determine, conceptually,
what bullying is, what are the characteristics that
place it as such and how it differs from school
violence. The objective is to carry out a theoretical
and explanatory analysis between both concepts in
order to differentiate them and establish more
appropriate intervention programs for each. Both
problems have in common the phenomenon of
violence, making them one of the issues that most
affect the environment of coexistence at schools.
Properly differentiating both concepts will help to
establish educational policies that prevent and
counteract bullying. Therefore, it is convenient to
insist on the importance of this topic.
Keywords: bullying, violence, school climate, peer
violence
Fernández, Aguirre y Jiménez Bullying y violencia escolar
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En la sociedad actual hablar de violencia escolar no es una novedad, ya que cada día son
más comunes las situaciones violentas que casi a diario se presentan en los centros
educativos. Algunos autores como Olweus (1993) y Acosta-Ruiz (2014) afirman que los
actos de violencia escolar se han incrementado en los últimos años, señalando que dichas
situaciones van a ir en aumento. Esta realidad es preocupante para la sociedad en general,
y de manera particular para la comunidad educativa (Baquero, 2001; Cerezo, 2009), ya que
su magnitud es una mirada reflejada en múltiples estudios emricos que indican que a lo
largo de la vida académica un número importante de escolares tienen contacto con la
violencia, como víctimas, agresores o espectadores.
Lo que es una realidad, es que la violencia forma parte en el presente y pasado del paisaje
escolar. No obstante, las acciones violentas en las instituciones educativas son una
situación que preocupa a docentes, padres, madres y a la sociedad en general, dando lugar
a la creación del “Plan Nacional para la prevención y atención en la violencia en y desde el
Sistema Educativo” que propone la Secretaría de Educación Pública (SEP, 2008).
El tema también ha sido abordado en revistas, conferencias e investigaciones que intentan
explicar e intervenir en este escenario, tanto en México, como en Europa, Estados Unidos
y América del Sur (Clareth et al., 2015; López et al., 2019), en donde la preocupación ha
llevado a varios países a proponer políticas para la prevención del acoso escolar. A este
respecto, Olweus (1993) realizó un estudio en Noruega, encontrando que un 15% de la
totalidad de escuelas de Primaria y Secundaria presentaban problemas en maltrato entre
iguales; este porcentaje representaba uno de cada siete alumnos, en donde
aproximadamente un 9% eran víctimas y un 7% maltrataban a otros estudiantes de forma
regular, por lo que un 1.6% de estos estudiantes eran tanto maltratadores como
maltratados.
Uno de los bosquejos fundamentales en el abordaje del maltrato entre iguales, también
conocido como bullying, estriba en el hecho de conocer en qué consiste este problema.
Así, conceptualizar lo que se entiende por bullying y diferenciarlo de lo que es violencia
escolar puede ayudar a comprender las posturas que se toman al respecto, cuando, por
ejemplo, el adulto prefiere no intervenir si lo que se ha dado entre el alumnado es sólo un
intercambio de palabras fuertes que no llega a traducirse en agresión física.
Por lo tanto, el bullying y la violencia escolar son problemas cuya solución no puede
posponerse, porque el fenómeno del maltrato entre iguales podría convertirse en algo
cotidiano que empiece a pasar desapercibido para la sociedad en general y para la
comunidad educativa en lo particular, lo cual sería alarmante si se considera que el papel
de la educación es contribuir a elevar la calidad de vida de los miembros de una sociedad.
Por otra parte, podría pensarse que tanto el bullying como la violencia escolar son
fenómenos que se presentan en forma aislada, como si fueran situaciones individuales y
no colectivas (Baquero, 2001).
Con base en lo anterior, es importante que maestros y padres de familia incorporen
prácticas destinadas a la prevención y detección de los problemas de violencia escolar, así
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como adquirir información adecuada sobre el tema; siendo trascendental detectar estas
situaciones en edades más tempranas, ya que diversos estudios señalan que el fenómeno
bullying se va generalizando a todas las edades escolares (Cerezo, 2009).
Desarrollo
¿Qué se entiende por bullying?
En 2019, el Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU) señaló que el fenómeno del bullying
tiene un impacto negativo en jóvenes de todo el mundo, y que aquellos chicos que lo
sufren tienen una mayor propensión a abandonar la escuela (Iglesias, 2022). Por tanto, el
acoso escolar (bullying) ha sido uno de los problemas que más ha afectado la convivencia
escolar de los estudiantes, pero al mismo tiempo, conlleva a situaciones poco
favorecedoras en el rendimiento escolar puesto que tiene un impacto muy importante en
el aprendizaje (Cerda et al., 2019).
En uno de los últimos informes realizados a nivel mundial por la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) se menciona que uno
de cada tres estudiantes afirma haber sufrido acoso por parte de algún compañero
(UNESCO, 2019).
En México, el fenómeno de la violencia se ha convertido en un severo problema, ya que
conforme a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el número de menores
afectados aumentó en los últimos dos años un 10%, al grado de que siete de cada diez
han sido víctimas de violencia (Chan y Márquez, 2021).
A este respecto, quizá ayude a dimensionar el problema si se piensa que la violencia entre
los escolares va más allá de los episodios concretos de agresión y victimización, puesto
que no hay que olvidar que quien sufre la peor parte es la víctima.
En términos generales, el bullying o maltrato entre iguales hace referencia a las agresiones
tanto físicas como psicológicas que se presentan entre compañeros en la escuela, donde
uno de ellos es más débil, ya sea por sus características físicas de peso, estatura,
orientación sexual y religión que lo convierte en una víctima habitual (Garcés-Prettel et al.,
2020).
Para ser denominado bullying, el acoso tiene que ser sistemático y producirse
reiteradamente en el tiempo. Además de que tiene lugar ante un grupo de espectadores
que pueden permanecer silenciosos o participar activamente en menor o mayor grado; y
por lo general esas agresiones físicas o verbales tienen lugar en la escuela, aunque también
existe la posibilidad de llevarse a cabo por medio de las Tecnologías de la Información y de
la Comunicación (TIC), y comúnmente se presenta en adolescentes que oscilan entre los
11 a los 17 años de edad (González y Gómez, 2020).
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Fernández y Palomero (2001), lo definen como: “Una conducta de persecución y agresión
física, psicológica y moral que realiza un alumno o grupo de alumnos sobre otro, con
desequilibrio de poder y de manera reiterada” (p. 26).
Debido a los diversos aspectos que a lo largo del tiempo se han ido añadiendo al concepto
de bullying; no existe una definición única, sin embargo, se pueden plantear elementos
claves que lo definen.
El noruego Dan Olweus (1999) fue uno de los primeros en estudiar los fenómenos de
victimización en la escuela y los definió como una conducta agresiva física o psicológica
que realiza un alumno contra otro al que elige como víctima y que se repite en el tiempo,
provocando en la víctima efectos claramente negativos: disminución de la autoestima,
estados de ansiedad e incluso cuadros depresivos, lo que dificulta su integración en el
medio escolar y el desarrollo normal del aprendizaje. Y se considera que una de las
características fundamentales para considerar el bullying es que haya un desequilibrio de
poder, de modo que no se considera como una conducta agresiva entre iguales, en las que
no hay este desequilibrio. Ramírez y Gómez (2020), proponen que el bullying es un acto de
violencia que involucra a un amenazador (“matón”) y a una víctima, y que supone un
comportamiento colectivo basado en relaciones sociales de grupo.
Características del bullying
De acuerdo a los documentos presentados por la Secretaría de Educación Pública en
México (SEP, 2017), las características del bullying se muestran en la tabla 1:
Tabla 1
Rasgos que caracterizan el fenómeno del bullying
Es un comportamiento de naturaleza claramente agresiva.
Es una conducta que se repite en el tiempo con cierta consistencia.
La relación que se establece entre agresor y víctima se caracteriza por un desequilibrio o asimetría de poder,
es decir, los alumnos que sufren el bullying presentan alguna desventaja frente a quien los agrede.
Se produce entre iguales (entre alumnos, no importa la diferencia de edad, sexo o grado escolar).
Son actos que tienen la intención de dañar.
En el caso de los chicos, su forma más frecuente es la agresión física y verbal, mientras que en el de las
chicas su manifestación es más indirecta, tomando frecuentemente la forma de aislamiento de la víctima, o
exclusión social.
Tiende a disminuir con la edad y su mayor nivel de incidencia es entre los 11 y los 15 años.
Su escenario más frecuente con los niños de primaria suele ser el patio de recreo, mientras que con los de
secundaria se amplía a otros contextos, como: Aulas, pasillos, baños, vestidores, los trayectos a la escuela,
al regresar a casa, en los cambios de clase.
Nota. Secretaría de Educación Pública (2017)
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¿Qué factores intervienen en el bullying?
La conducta de los niños y adolescentes está condicionada en parte por el ambiente en el
cual se desarrolla; es decir, existen factores que propician la violencia en la escuela y fuera
de ella. Algunas de las causas y factores que en cierta medida pueden generar conductas
agresivas y violentas en los niños y jóvenes aunque no son una regla, son: la baja tolerancia
a la frustración, dificultad para controlar la agresividad, falta de capacidad para la empatía,
bajo desarrollo de habilidades sociales, bajo autoconocimiento y autoestima, entre otros.
Romera et al. (2022), señalan que existen otros factores que pueden intervenir en el
bullying, tales como la calidad de las relaciones interpersonales que se establezcan en la
infancia, así como la transición que se viva hacia la etapa de desarrollo adolescente, en
donde el ajuste social y la prosocialidad son elementos fundamentales para que el
fenómeno del bullying pueda estar presente o no. Por lo que la construcción de relaciones
interpersonales positivas entre los estudiantes es una de las tareas de desarrollo más
importantes y significativas que tienen que enfrentar los niños y adolescentes (Ossorno et
al., 2019).
Debido a la diversidad de factores que pueden intervenir para que se presente el
fenómeno del bullying, y a las diversas formas en que se manifiesta la violencia, se han
identificado diversos tipos de bullying, los cuales se abordarán a continuación.
Tipos de bullying
Existen diversos tipos de manifestaciones que se encuentran dentro de este fenómeno de
violencia denominado maltrato entre iguales, o bullying, tales como:
a) Físicas: pegar, empujar, patear y agredir con objetos.
b) Verbales: se refiere a las ofensas verbales tales como los insultos y los apodos. Por
ejemplo: resaltar defectos físicos, menospreciar en público, criticar, entre otros.
c) Psicológicas: son aquellas acciones que dañan la autoestima del individuo y fomentan su
sensación de temor. Por ejemplo: reírse de él o ella, ignorar, amenazar para causar miedo,
amenazar con objetos.
d) Sociales: pretende aislar a la víctima del resto del grupo y compañeros. Por ejemplo: no
dejarlo participar, ignorarlo completamente.
e) Otras manifestaciones del bullying: esconder, robar o dañar las pertenencias de las
víctimas.
Sin embargo, la recurrencia de estos tipos de manifestaciones y acciones puede
transcender de una “simple bromita” a situaciones verdaderamente estresantes, lo que
debiera de poner en alerta tanto a padres como a autoridades de los distintos niveles
educativos.
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¿Qué actores intervienen en el bullying?
Para identificar a los actores que intervienen en el bullying, es necesario señalar que en
este fenómeno existen tres componentes que lo identifican: 1) El comportamiento agresivo
es intencional; 2) Es persistente en el tiempo; 3) Existe un desequilibrio en el poder o fuerza
(Olweus, 1993).
En el fenómeno del bullying, además de los protagonistas directos, que son el agresor y la
víctima, se cuenta con un tercer protagonista al que se denomina espectador, conformando
de este modo la conocida triada del bullying.
Diversos autores (Carozo, 2015; Moreno et al., 2019; Rivera, 2018) mencionan que dentro
del aula escolar se identifican estos tres actores que están asociados a la violencia entre
pares: el agresor, la víctima y el espectador o espectadores.
a) Agresor. Carece de empatía hacia el sufrimiento de los demás, tiende a hablar
despectivamente de cierto chico o chica de su salón, ha sido recriminado más de una vez
por peleas con sus iguales, se lleva mal con los demás continuamente, pelea con sus
compañeros, soluciona sus problemas usando la violencia. Regularmente, está en
problemas.
b) Víctima. Viene con golpes o heridas del recreo, se pone nervioso al participar en clase,
muestra apatía, abatimiento o tristeza, es un alumno que excluyen de los trabajos en
equipo, provoca murmullos y risas mustias en los alumnos cuando entra a clase o contesta
una pregunta, inventa enfermedades o dolores para evitar asistir a la escuela (que en
algunos casos somatiza por el estrés del acoso). Tiene problemas para poder concentrarse
tanto en la escuela como en la casa. Padece de insomnio o pesadillas recurrentes; puede
llegar a orinarse en la cama. Tiene ideas destructivas o pensamientos catastróficos,
empieza a tartamudear; llora hasta quedarse dormido, se niega a decir qué le es
pasando. Tiene ideas que expresan sentimientos o pensamientos con enojo y no quiere
salir a jugar. Sus calificaciones bajan sin ninguna razón aparente.
c) Espectador o espectadores. Existe un código del silencio entre aquellos que participan
como espectadores en el fenómeno del bullying, en donde la complicidad y la resistencia
entre los estudiantes resulta una suerte de conquista sobre el autoritarismo de los adultos.
De este modo, nunca como en este caso de la agresión entre pares, los niños y los jóvenes
se sienten muy unidos y desafiantes al orden establecido. En donde la indolencia y la
pasividad frente al abuso hace referencia al histórico modelo de vivir en paz y sin
complicaciones. En este rol de espectador, se considera que el temor de que sean elegidos
como futuras víctimas es un poderoso motivo para su silencio. Presentándose también
una falta de habilidades sociales para impedir la agresión, manifestando además una clara
falta de solidaridad con el otro.
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Con base en lo anteriormente señalado, se puede afirmar que el bullying se reconoce
como un acto de agresión que tiene como sustento el dominio del agresor frente a la
sumisión de la víctima (Ortega-Ruiz, 2020).
Pero no toda violencia escolar es bullying, ya que existen muchas acciones, actitudes y
hechos de diversos protagonistas en el espacio escolar que los ubican como conceptos
diferentes (López et. al., 2019).
¿Qué es la violencia escolar?
De acuerdo a los datos aportados por la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 2019, la violencia escolar ha aumentado
progresivamente en los últimos años (UNESCO, 2019). A este respecto, ya en el año 2005
Ortega, en distintas investigaciones realizadas, encontró que el 11.3% de los estudiantes
es insultado por sus profesores, así, la violencia verbal es la que presenta un mayor grado
de incidencia. Un total 51.7% dice insultar a los demás, aunque solo 10.7% lo hacen de
forma reiterada; también se encontró que las manifestaciones de violencia física por parte
del profesorado hacia sus estudiantes se acentúan, puesto que el 4.7% de los chicos así
como el 1.8% de las chicas manifiestan que han sido golpeados por un profesor.
Sobre la violencia escolar en el nivel de educación básica, específicamente en la primaria,
se revela que los niños y niñas de Primaria son más proclives a verse envueltos en
problemas de malas relaciones, intimidaciones y malos tratos; sin embargo, la creencia
generalizada es que los centros de Secundaria son más problemáticos (Cedeño, 2021). Es
por ello que el interés de detectar el origen y desarrollo de violencia en las aulas escolares
del nivel educativo de primaria es importante.
De acuerdo con diversos autores (Cedeño, 2021; Gonzales y Ayllón, 2021; Ortega-Ruiz,
2020) es un error pensar que todo es violencia, pero existe una clara tendencia a
denominar todo acto disruptivo como violencia. La primera vez que se empleó el término
violencia escolar fue en un debate en Escandinavia tal como lo mencionan Bolaños y Quirós
(2002), haciendo referencia al término violencia escolar como el que va más al de la
escolaridad primaria. Es menester la definición del vocablo violencia, el cual la Organización
Mundial de la Salud (OMS, 2014) define como:
El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de
amenaza o efectiva, contra uno mismo, otra persona o un grupo o
comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar
lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o
privaciones (p.28).
En términos generales, se entiende por violencia a la conducta o conductas en las que se
hace un uso inadecuado del poder con el objetivo de conseguir dañar a alguien quedando
por encima de esa persona.
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La violencia abarca por tanto a la conducta individual y al proceso interpersonal, ya que
supone la vinculación de al menos dos sujetos: quien ejerce la violencia o agresor y quien
la padece o víctima. Hablar de violencia es referirnos a aquella situación o situaciones en
que dos o más individuos se encuentran en una confrontación en la cual una o más de
una de las personas afectadas sale perjudicada, siendo agredida física o psicológicamente,
es importante resaltar que la violencia genera siempre un estado de ansiedad e
inseguridad, a veces cuadros depresivos que dificultan gravemente la actividad de
enseñanza y aprendizaje de quienes la padecen (Sanmartín et al., 2010).
Por otra parte, el concepto de violencia está también sometido a los valores y costumbres
sociales. Lo que para nosotros es persecución, intimidación y destrucción de los derechos
humanos, puede ser acogido como ritual inofensivo por grupos sociales en los que, por
principios religiosos o culturales, mujeres y hombres, adultos y niños, ricos y pobres, no
gozan de los mismos derechos.
No obstante, tanto desde una posición psicológica como desde una posición social, es
necesario dejar claro que, más allá de la justificación cultural o tradicional, existe violencia
cuando un individuo impone su fuerza, su poder y su estatus en contra de otro de forma
que lo dañe, lo maltrate o abuse de él física o psicológicamente, directa o indirectamente,
siendo víctima inocente de cualquier argumento o justificación que el violento aporte de
forma exculpatoria.
¿Qué factores intervienen en la violencia escolar?
Una vez descritas las manifestaciones de la violencia escolar, es necesario profundizar en
lo relacionado con los factores que favorecen su aparición y agudización. La violencia
dentro del entorno escolar por lo general tiene como base otro tipo de violencia
experimentada en otros ámbitos; estos pueden incluir violencia familiar, comunitaria y lo
relacionado con el consumo y abuso de sustancias adictivas.
Según Cedeño (2021) existen una serie de factores de riesgo potencial en la aparición de
conductas violentas al interior del núcleo familiar, y enumeran principalmente algunos
factores que incrementan la vulnerabilidad de la familia al transformar el conflicto en un
riesgo para la violencia, algunos de ellos puede ser la cantidad de tiempo que los miembros
de una familia están juntos, los conflictos de actividades, es decir, las diferencias de opinión
en las decisiones que afectan a todos los miembros.
Como se puede observar, en las características descritas en cada uno de estos tipos de
agresión escolar, parece ser que la violencia escolar presenta características muy propias
que lo diferencian de manera muy puntual y especifica del fenómeno del bullying.
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Discusión
Bullying y violencia escolar ¿dos conceptos distintos?
Si se considera que el bullying es un tipo específico de violencia, ¿qué lo diferencia de la
violencia escolar?
El término bullying proviene de “bully” que significa “matón” o “brabucón”. En español este
prefijo de Bully tiene varios significados, tales como acosador o amenazador.
Olweus (1998) hace referencia al bullying, cuando un alumno es agredido o se convierte
en víctima, o cuando está expuesto de forma repetida, a acciones negativas que lleva a
cabo uno o varios alumnos, existiendo un desequilibrio de fuerzas o de poder entre la
víctima y el hostigador. Por otra parte (Mena et al., 2022) señalan que es un hecho que la
violencia escolar está en las escuelas y que tiene dos vertientes una estructural que se
manifiesta en la exclusión de la población de niños y adolescentes de un proceso educativo
y una violencia directa que se manifiesta en la destrucción de las instalaciones educativas,
de los bienes del docente, alumnos y comunidad, además de las confrontaciones cara a
cara entre los educandos y el docente.
Intentando dar respuesta a la pregunta planteada de si el bullying y la violencia escolar son
dos conceptos distintos, se vislumbra que el bullying o acoso escolar se genera
mayoritariamente en el ambiente escolar como el aula, patio, corredores, salones, salida o
entrada del recreo y cualquier actividad en donde los jóvenes interactúen, principalmente
en donde haya menor supervisión del adulto. Las agresiones se generan con una
frecuencia de “todos los días” y toman la expresión de “insultos o amenazas”, seguido por
“rechazos” y por último en forma física. Las acciones negativas comprenden aquellos
hechos que se realizan con una clara intención de causar daño, de herir, o de incomodar
a otra persona mediante el uso de sobrenombres, burlas, amenazas, o de impedir el paso
a otro. También mediante gestos obscenos o excluyéndolo del grupo (Olweus, 2006).
En relación a la violencia escolar, Gonzáles y Ayllón (2021) diferencian los estilos de
violencia en directa e indirecta; el primero corresponde a la violencia física y verbal y el
segundo al social o relacional y al psicológico. La violencia física es más fácil de detectar
por el impacto social que conlleva y por las secuelas físicas, viéndose en algunos casos en
cortes y/o moretones, patadas, agresiones con objetos (algunos con armas), tirar el pelo y
robos de pertenencias, entre otros.
Pero el bullying tiene características que lo identifican y lo diferencian de la violencia
escolar. En primer lugar, se habla de bullying cuando se cumplen al menos tres de los
siguientes criterios: a) La víctima se siente intimidada, b) La víctima se siente excluida, c)
La víctima percibe al agresor como más fuerte, d) Las agresiones son cada vez de mayor
intensidad, e) Las agresiones suelen ocurrir en privado y son constantes en el tiempo.
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Al respecto, Olweus (2006) hace una precisión para identificar el bullying de otro tipo de
agresiones entre escolares: “…Pero no se llama bullying cuando se molesta en una forma
amigable y juguetona. Tampoco es bullying cuando dos estudiantes de más o menos de la
misma fuerza o poder discuten o pelean” (p. 25).
No obstante, la violencia y el bullying van de la mano, pues las personas agresoras lastiman
a sus víctimas, lo cual se observa a través de sus efectos como son depresión, angustia,
disminución del rendimiento académico, hasta fingir estar enfermo para no asistir a la
escuela, o definitivamente darse de baja y desertar.
En consecuencia, los fenómenos del bullying y violencia escolar son indicadores que
parecen mostrar que son la forma de violencia más común en la sociedad y comunidad
educativa. Al pensar en la escuela como el lugar en el cual la sociedad deposita la
responsabilidad de formar las próximas generaciones de ciudadanos, se pueden percibir
las graves consecuencias para México si no se aborda el tema de forma directa. Es
importante que los padres de familia lo exijan, que los docentes le den importancia, que
las autoridades lo pongan a la mesa y se desarrollen políticas para prevenir y contrarrestar
el acoso escolar.
Conflicto de interés
Los autores declaran que no existe conflicto de interés en la realización del artículo, ni en
ninguno de los procesos vinculados a su publicación.
Financiación
Esta investigación no recibió ningún financiamiento para su realización.
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